Sólo atesoro su imagen.

Sólo atesoro su imagen.


Al cuarto para las doce
en estos días de verano
en mi desierto de Sonora:
el sol no calienta, quema.
Voy a ver a unos amigos.
De súbito, una aparición:
Joven, morena, hermosa,
voluptuosa, una belleza,
cabello hirsuto negro
nariz recta, graciosa,
labios finos, sensuales,
una sonrisa en ciernes.
Bellas piernas torneadas
ondeando libres al mundo
por unos pantalones cortos
color café, muy coquetos.
Blusa verde claro entallada,
lentes negros, aros anchos,
¡oh!, una mirada seductora.
¡Sentí cómo me miraba!
Todo mi ser quedó quieto,
pude contener mi aliento,
vacío de palabras, de valor,
no pude regalarle un elogio.
Preso en mi tonta timidez
sólo pude atrapar su imagen
en mis dilatadas pupilas,
dejar que locas siguieran
el vaivén de sus caderas
por la senda del asombro.
¡Quiero volver a verla!

El jueves 12 de Junio del 2008 casi al cuarto para las 12 del mediodía tuve una repentina aparición en la figura de una joven y hermosa mujer que me dejó anonadado. Fue al subir por el paso a desnivel que está en las vías del tren y que nos permite a los peatones llegar a la Avenida San Patricio que nos lleva a la Maquiladora Motorola.