Fusionando moralidad y capitalismo
Extracto
" La creciente crisis ha hecho que los encargados de tomas de decisiones se concentren en medidas inmediatas de rescate.
Por supuesto, esas medidas son necesarias, pero también es necesario reconsiderar las bases del modelo socio-económico de la sociedad moderna.
Inclusive, su filosofía. Pues esta sociedad se ha convertido en algo bastante primitivo. Se basa totalmente en el lucro, en el consumismo, y en la ganancia personal.
Pero inclusive el gurú de la moderna teoría monetarista, Milton Friedman, al que tuve oportunidad de conocer, señaló que el hombre era algo más que un "Homo Economicus".
Y que la vida de la sociedad no puede confinarse al interés económico.
Hace algún tiempo, propuse combinar la política con la moral. Durante la perestroika, intenté actuar con la convicción de que la política debe tener un ingrediente moral.
Creo que por esa razón, y pese a los errores que cometimos, logramos sacar a Rusia del totalitarismo.
Por primera vez en la historia de Rusia, se logró un cambio radical, y se lo llevó al punto de no retorno sin necesidad de derramar sangre.
Ha llegado el momento de combinar la moralidad y los negocios. Se trata de un asunto difícil. Por supuesto, los negocios tienen que prosperar, o desaparecerán.
Pero decir que el único deber moral de un empresario es ganar dinero está apenas a un paso del lema "lucro a cualquier precio".
Y en tanto en el área de la economía real de producción existe todavía alguna transparencia: tradiciones, sindicatos y otras instituciones,
que dan a la sociedad cierta influencia, el área de la "ingeniería financiera",
tal como lo hemos visto, carece de esas instituciones. No hay ahí glasnot, ni transparencia, ni moralidad. Y las consecuencias pueden ser devastadoras.
La alianza de políticos y de empresarios -- que durante décadas han presionado para acabar con las regulaciones y diseminar la economía del laissez-faire por el mundo entero --
con analistas, que celebran las acciones de compañías en los cuales tienen intereses, y de teóricos cuya única solución es "acabar con todo control", ha sido destructiva, y con frecuencia corrupta.
Eso lo hemos visto en Rusia, donde esas recetas fueron promocionadas con extravagante frenesí durante la década del noventa.
Ahora, esa pirámide, perniciosa e inmoral, ha colapsado. Es necesario pensar en un modelo que pueda reemplazar al actual. No estoy proponiendo romper todo sin pensar en las consecuencias.
Y tampoco tengo soluciones prefabricadas. El cambio tiene que ser evolutivo. Un nuevo modelo surgirá. Y no puede basarse totalmente en el lucro y en el consumismo.
Estoy convencido de que, en una nueva economía, las necesidades del pueblo y los bienes públicos deben desempeñar un papel más grande que en la actualidad.
El pueblo necesita tener las cosas claras: se necesita un medio ambiente sano; una infraestructura moderna, funcional; sistemas de educación y de salud. Y viviendas accesibles.
Construir un modelo que enfatice esas necesidades demorará tiempo y esfuerzos. Se requieren avances intelectuales.
Pero existe una cosa que los hacedores de políticas deben comprender: sin un componente moral, cualquier sistema está condenado a fracasar."